jueves, 8 de mayo de 2014

Manos pequeñas. Corazón grande.

Conmovida. Desde lo hondo. Por una de esas "pequeñeces" que hacen grande el día a día.

Ayer tuvimos los papás una reunión después del judo de Álvaro, que se alargó más de la cuenta. Cuando llegamos al coche, tenía una hermosa multa en el parabrisas por haber rebasado el horario del ticket. Álvaro (9 años) me preguntó: ¿Cuánto es la multa? -"30 euros. Pero como hemos llegado a tiempo la puedo cancelar con 4€".

Al llegar a casa, se fue derecho a su hucha y vino a mi: "Toma mamá, los 4 euros de la multa".



Los padres siempre tenemos la incertidumbre sobre cómo estarán asimilando los hijos la educación que intentamos darles. Ellos tienen su propia personalidad y, por tanto, su filtro.

Me conmovió este gesto de mi hijo. Desde casa intentamos enseñarles a ponerse en el lugar del otro, a saber detectar sus necesidades y, si está en nuestra mano, darle respuesta. Él lo concretó en este precioso gesto impregnado de su propia sensibilidad y un incipiente sentido de la corresponsabilidad.

Repito: emocionada y agradecida por el don de este hijo.

Manos pequeñas. Corazón grande.